FUNDAMENTO DEVOCIONAL
La hermandad de El Beso de Judas y Jesús Traspasado asienta su fundamento devocional en dos principales momentos de la pasión de Cristo. El primero de ellos, referido ala traición de Judas en el Huerto de los Olivos, se centra en el momento en que con un beso entregó “al Hijo del Hombre”. Representantes de la sociedad judía aferrados a la tradición buscaban la oportunidad de prender a Jesús. Esa ocasión se la proporcionó, en los días previos a la Pascua, uno de “los doce”, Judas Iscariote, cuando fue hasta ellos y les dijo: ¿qué me queréis dar y yo os lo entrego? Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata.
Jesús, en la última Cena, rodeado de sus discípulos, había anunciado que uno de los doce lo habría de entregar, aquél que “moja conmigo en el mismo plato”, había dicho el Maestro. Esta proclama se hizo realidad en el momento en el que se había retirado a orar al Huerto de los Olivos. Allí, estando en súplica al Padre llegó Judas, uno de los doce y con él un gran tropel de gente con espadas y palos, enviados por los sumos sacerdotes, los maestros de la ley y los ancianos. Se cumplía, de este modo, el anuncio que el Maestro había realizado y que ha dado lugar a lo largo de la historia a todo un amplio debate sobre la predestinación o presciencia de Cristo.
La escena del Prendimiento de Jesús tuvo un gran desarrollo en los ciclos de la Pasión a lo largo de la Edad Media, pero su difusión se restringió a partir del siglo XV, circunstancia que no fue óbice para que Totana la incorporase a sus desfiles procesionales en el siglo XVIII, desapareciendo en las primeras décadas del siglo XX para reaparecer de nuevo en el año 1962. Así, en la escena que procesiona en Totana se nos relata el momento en el que Judas, correspondiendo al pacto acordado con los sumos sacerdotes, besa al Maestro, señal convenida con los que lo habían de prender. En aquella algarabía los apóstoles debieron de intervenir y uno de ellos, Pedro, según recoge el evangelista Juan, hiere con una espada al criado del sumo sacerdote. Pero Jesús, en actitud pacífica, cura al herido, acepta su destino y pide que dejen en libertad a los demás, para que se cumpliera la palabra que había dicho: no he perdido ninguno de los que me confiaste. Judas termina colgado de una higuera. A partir de aquel momento pasa a ser considerado el traidor por antonomasia. El emisario del diablo, hasta el punto de que en algunas representaciones se ha colocado a sus espaldas a Satanás.
La segunda de las escenas devocionales con que procesiona la Hermandad se centra en la imagen de Jesús Traspasado. En ella se rememora el momento que sucede en El Calvario tras la muerte de Jesús en la cruz y de los otros dos que con él habían sido crucificados. Era la víspera de la Pascua, nos sitúa el relato evangélico, y “para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado -pues era un día muy solemne- los judíos rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas y los quitara. Los soldados fueron y quebraron las piernas de los dos primeros y al llegar a Jesús y verlo muerto, no le quebraron las piernas; pero uno de los soldados le traspasó el costado con una lanza, y al punto salió sangre y agua”. Este hecho lo llevó a cabo un centurión llamado Longino, según venerable tradición. L evangelista Juan recurre a dos citas de la Sagrada Escritura para corroborar esta circunstancia: “No le quebrarán hueso alguno” y “Verán al que traspasaron”.